Su
hermano Daniel
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Incorpórea "verdad":
Self-perdón
Pido a la gente, "¿Cómo
manejas tu culpa?" Un amigo – ateo –
confesó:
- He rechazado la idea del libre albedrío. Esto ha hecho maravillas para mis sentimientos de culpa.
Sin embargo, esto viene al
precio de negar lo que es patentemente obvio – que tomamos decisiones libre
albedrío todo el tiempo, y la sociedad nos mantiene moralmente responsable por
ellos. Una mujer joven, nueva edad respondió:
- He aprendido a perdonarme a mí mismo. Trabaja para mí. Evidentemente, no funciona para ti. La religión es la respuesta, y eso está bien!
Ambos de estas respuestas
representan soluciones incorpóreas, alienados de pruebas y consideraciones de
visión más amplias. En contraste, el profesor Bautista Houston
Micah Mattix intenta encarnar la verdad en el contexto de nuestras
vidas:
- ¿Hay alguien que ha tomado un curso de Humanidades en un colegio laico o Universidad en el pasado 10 años dudo que en vez de enseñarnos que somos, muchos cursos de Humanidades enseñan que la identidad se construye; que en vez de enseñar las virtudes cardinales y clásicas, recomiendan las virtudes egoístas de relativismo moral y el igualitarismo; y que en vez de ayudar a los estudiantes a convertirse en ciudadanos, esposas y maridos mejores, el foco real está en hacerlos más autónomos.
El relativismo moral es la
idea que en ausencia de los absolutos morales, no somos moralmente responsables
a nadie. Al darnos autonomía moral, relativismo
moral nos ha alienado de familiares, amigos y hasta la sociedad. Por el contrario, nos hemos vuelto gloriosamente "capitanes
de nuestro barco" y no tienen nada que mostrar sino comunidades y matrimonios
náufragos.
Uno mismo-el perdón es un
niño de relativismo moral. Cuando negamos objetivo,
verdad moral superior – la ley que trasciende nuestros propios pensamientos –
perdón llega a ser relegado a la autogestión emocional. No hay
ninguna consideración de si he cometido un error moral que debe ser abordado.
En cambio, es todo sobre el manejo de mis sentimientos de
culpabilidad.
Hagamos un experimento del
pensamiento. Una mujer descubre que su marido ha estado
engañando. Sin embargo, cuando se enfrentan, responde
simplemente diciendo, "Bueno, me lo he perdonado y ahora me siento
bien".
Esta respuesta representa
una negación de cualquier culpa real o de cualquier necesidad de abordar una
trasgresión moral real y destructiva. Disembodies el negador, no
sólo de su matrimonio, pero también de la verdad que ha cometido un error moral
objetiva.
Tal entendimiento de
culpabilidad puede justificar cualquier cosa. Hitler
también puede practicar uno mismo-perdón, por qué no, si no hay ningún orden
moral superior.
Curiosamente, esta manera
de ver las cosas no funciona, al menos, no por mucho tiempo. Esta es la estrategia promovida por psicoterapeutas
seculares. Viene en muchas formas y siempre representa
una forma de autoestimulación o masturbación. Se nos
dice que:
- "Amarte a ti mismo...Creer en ti mismo... Confía en ti mismo...Imagínate a ti mismo como un niño y rodéate de abrazos...Darte lo que tus padres no te dan...Perdónate a ti mismo..."
Aunque estas advertencias
las necesidades reales, fallan en última instancia a rascar la picazón – la
necesidad de sentirse bien acerca de nosotros mismos. Son
miopes y desvinculados del resto de nuestras vidas y la verdad
moral.
En cambio, nosotros
estamos construidos de manera que no hay sustituto para el perdón auténtico que
proviene de otro ser humano. Este supuesto es lo real y
no el proceso masturbatorio del uno mismo-perdón.
Cuando nuestro ojo observa
nos hacia un coche, lo que experimentamos no es meramente una reacción
bioquímica que llamamos "visión". Es eso y mucho más!
Lo que vemos también representa una realidad externa.
Por lo tanto, debemos lidiar apropiadamente con esta realidad
o la realidad se ocupará dolorosamente con nosotros!
Tal vez nuestro sentido
moral también nos alerta al peligro externo – el peligro inherente
a hacer mal. Y tal vez nuestra maldad no sólo duele la
otra persona, sino también quien conectado con nosotros para saber cuando hemos
hecho mal. Si esto es así, debe abordarse este
incumplimiento. No hacerlo sería como conducir sin prestar
la menor atención a lo que nos dicen nuestros ojos.
Hay una gran alegría y
libertad en saber que nuestro Salvador ha perdonado y nos limpia de la
culpabilidad de nuestro pecado. La alternativa es la
autopreocupación costosa – incesantemente agitando la varita de uno mismo-perdón
nunca puede conducir a la culpa. En su
lugar:
- El que encubre sus pecados no prosperará, pero quien confiesa y renuncia a los hallazgos misericordia. (Proverbios 28: 13)
He sido bendecido grandemente por su misericordia!
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